Consultor Senior de Adiestramiento
Las organizaciones abiertas al aprendizaje propician el cambio y la transformación de la entidad y los miembros que la conforman, orientándolos permanentemente hacia procesos y estructuras flexibles, acompañadas de estrategias sustentadas en culturas con caminos bien delineados al cumplimiento de los propósitos y objetivos de la empresa. Arie de Geus, célebre ejecutivo de desarrollo de talento de la multinacional Shell, afirmaba que “ la capacidad de aprender puede llegar a ser nuestra única ventaja competitiva”, reafirmando la necesidad de las empresas de adaptarse, transformarse y asimilar los cambios en los momentos que las “situaciones de incertidumbre” empiezan a forma parte de un tiempo habitual.
Esos mismos tiempos nos han señalado que ya no basta con que los altos ejecutivos se formen en sofisticadas teorías organizacionales y “dirijan” el negocio desde las alturas, las organizaciones deben comprender que el aprendizaje alineado con la misión y la visión de la empresa, debe ser en todos y cada uno de los niveles que la conforman, como un sistema complejo en donde todas sus partes están interconectadas asistidas por una lubricación que, en el caso de las organizaciones, es la capacidad de aprender.
Siguiendo a lo anterior, y como parte de ese mismo respeto, escuchar debe ser parte de nuestro aprendizaje, es romper paradigmas acerca de un proceso que creíamos biológico, pero va más allá de poseer un sistema auditivo. Es pertinente saber que escuchar es oír más interpretar, es proceso biológico además de mental, lingüístico. Escuchamos con los oídos, pero también con los ojos, con la cabeza, con el cuerpo. Es, sin lugar dudas en proceso fundamental en la interacción humana, el escuchar, nada más y nada menos, valida el hablar.
Por otro parte, dentro de la organización que aprende, el rol del Gerente es de impulsor, es ese motor que inyecta energía para lograr objetivos y desarrollar a otros , así como el que guía las acciones a seguir de forma metódica, sin menoscabar u omitir las sugerencias, ideas u opiniones de los equipos de trabajo. De igual forma, y con la ayuda consciente y entusiasta de gerentes y supervisores el compromiso de aprendizaje personal y colectivo deberá estar siempre alineado con la misión y la visión de la empresa, el “mapa de ruta”, y sustentada por valores que, le proporcionarán esa fuerza moral necesaria para el esfuerzo individual y en equipo. Para concluir, una organización moderna, orientada hacia el aprendizaje permanente y continuo, deberá esperar ser: un espacio para el aprendizaje permanente sin exclusión y para todos los niveles, sin olvidar, por lo que esto enriquece tanto individual como colectivamente, ser una empresa socialmente responsable, preocupada por su entorno; innovadora, con los pies en el presente y los ojos en el futuro; convencida que la calidad, se ve, se oye y se siente.
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